“Ojalá que llueva café en el campo,
que caiga un aguacero de yuca y té.
Del cielo una jarina de queso blanco,
y al sur una montaña de berro y miel.
Oh oh, oh oh oh,
ojalá que llueva café.”
Juan Luis Guerra
Que levante la mano quién no haya coreado el estribillo de esta canción. Genio y figura donde los haya, Juan Luis Guerra nos deleitaba a principios de los ‘90 con este sencillo. Un himno a la esperanza en toda regla. Y, precisamente, la esperanza es la palabra clave este septiembre.
La guerra de Ucrania, lejos de acabar, cada día se recrudece más y, con ella, se diluye la empatía que un día nos unió a salir a las calles; pero no es culpa de nadie: la memoria es corta y ahora toca seguir sobreviviendo al precio del petróleo, del gas, de la luz…Aunque, tranquilidad, porque tenemos a Sánchez que como medida de ahorro de energía decide que ya no va a usar corbata. Menos mal que el Coletas ya se la cortó (“y se marchó y a su barco le llamó Libertad”; hoy me ha dado por las canciones) porque miedo me darían juntos y revueltos. Quién sabe si habría vuelto la moda del pelo rapado… Pero, gracias al Dios Gucci, el mundo de la moda pasa de Sánchez y, en las pasarelas de otoño, las celebrities lucen como complemento estrella las corbatas. Y yo, que me encanta la moda y la contracorriente, tengo la excusa perfecta para ponerme en pie de paz, nunca de guerra, y alzarme con una esta temporada.
Para soportar tales noticias, estaría bien poder tomarnos un vinito con jamón (seguro que ya hay jamón vegano) de vez en cuando; pero ir al supermercado últimamente es como ir al barrio Salamanca y si ya le pones AOVE es como entrar en Cartier…por algo lo llaman el oro líquido.
Podríamos seguir con la nueva líder mundial, Yo-Yolanda, y sus pases de trenzas populistas (me gusta su liderazgo en muchas ocasiones), pero hay demasiados temas realmente importantes tales como: la sequía, los incendios, el granizo que termina tan tan injustamente con pequeños inocentes, el sistema sanitario con esperas que desesperan, el desempleo, los vampiros del interés variable, y un largo etcétera….
Ante esto, ¿qué hacemos? Pues cantar bien alto al son de Juan Luis Guerra porque, por si no lo sabías, cantar ayuda a reducir el estrés y eleva nuestro estado de ánimo. Cantemos juntos y cantemos alto porque nos podrán subir los precios, dejarnos sin trabajo, sin casa, incluso sin salud, pero jamás podrán hacernos perder la ilusión, las ganas, la esperanza. La esperanza es el arma más poderosa que tenemos los seres humanos para salir adelante cuando todo está perdido (o eso nos cuentan). Así que “Ojalá que llueva Café” y, con permiso del genio Guerra, que sea con hielo.